La Paz Comienza en Casa

A.R.Ribeiro · Kulandiswa nge-AI ngu-Sara (kusukela ku-Google)
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3 ihora 58 iminithi
Okungavamile
Kufanelekile
Ilandiswa yi-AI
Izilinganiso nezibuyekezo aziqinisekisiwe  Funda Kabanzi
Ufuna isampula elingu-23 iminithi? Lalela noma kunini, nanoma ungaxhunyiwe ku-inthanethi. 
Engeza

Mayelana nale audiobook

La búsqueda de la paz y la seguridad es un deseo universal que trasciende el fin de los conflictos externos. Sin embargo, la paz no se encuentra en el final de la guerra ni en las promesas de los dirigentes, sino en el corazón de cada individuo. Sólo mediante la práctica de los principios espirituales es posible alcanzar la serenidad interior, condición esencial para contribuir a la armonía en el mundo.  

La paz, como estado de ánimo, depende de un esfuerzo continuo por cultivar hábitos positivos, alejando a quienes promueven el desorden. Para que el mundo experimente la paz, es necesario que cada uno de nosotros se transforme interiormente, superando los límites del egoísmo, del miedo y de las creencias limitantes que distorsionan la realidad.  

La transformación espiritual requiere esfuerzo, dedicación y la voluntad de abandonar viejos hábitos que nos alejan de la esencia del ser. Es a través de la práctica diaria, la oración y la conciencia de nuestros pensamientos que podemos reprogramar la mente, buscando la alineación con los principios divinos.  

Este proceso, que suele ser gradual, no es sólo un esfuerzo individual, sino una responsabilidad compartida por todos. Cada persona, al responsabilizarse de su propia paz interior, contribuye a la paz colectiva. El cambio comienza en nuestro interior y, a través de él, podemos influir positivamente en el entorno que nos rodea.  

El cristianismo, con sus enseñanzas de amor y fraternidad, ofrece una base sólida para esta transformación. Sin embargo, muchos aún se resisten a vivir de acuerdo con estos principios, sustituyéndolos por visiones egoístas y superficiales. La paz que Cristo enseñó no es la ausencia de guerra, sino la erradicación del egoísmo y el miedo que nos aprisionan. Necesitamos confiar en el poder divino para superar nuestras faltas y dejar espacio para la felicidad y la armonía.  

La fe y la obediencia a las leyes espirituales son la base de este cambio en el estado del ser. Jesús nos enseñó que confiando en Dios y apartándonos del ego, podemos vivir plena y pacíficamente. La mente subconsciente, a menudo moldeada por patrones repetitivos, debe ser reeducada para reflejar una mentalidad de gratitud, amor y confianza. De este modo, podemos superar la inseguridad, el miedo y la ansiedad que a menudo dominan nuestra realidad cotidiana.  

Cada historia de superación, cada acto de fe, sirve para recordarnos que la paz no es sólo un ideal, sino una práctica constante. Los ejemplos de personas que, apoyándose en la espiritualidad, han cambiado su vida y han encontrado la serenidad interior son la prueba de que la paz, como estado permanente del ser, es alcanzable. No depende de circunstancias externas, sino de la capacidad de transformar la mente y el corazón.  

Por lo tanto, el camino hacia la paz mundial comienza con la paz interior de cada ser humano. Buscando la transformación personal, adoptando una postura de fe, confianza y amor, podemos sanar nuestras propias almas y contribuir a un mundo más armonioso. La paz que buscamos fuera de nosotros sólo se manifestará cuando tengamos la sabiduría práctica de cultivarla en nuestro interior, en nuestros pensamientos, actitudes y acciones.  

A.R.Ribeiro. 

Biblioteca del Nuevo Pensamiento

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