El radiante YO SOY

El despertar espiritual es una experiencia que conduce a la revelación del propio poder interior, el que se manifiesta a través de la realización del «YO SOY».  

Este reconocimiento es el punto de partida para la transformación de la realidad, en la que la persona se da cuenta de que no es un mero espectador del mundo, sino el creador y rector de su existencia. Comprender que el mundo es una proyección de los propios juicios cambia por completo la percepción de la vida, revelando que el poder de crear y gobernar radica en el ser divino interior.  

La materia, sumisa al espíritu, pierde su fuerza aparente ante la grandeza del «YO SOY». El verdadero poder no reside en el mundo exterior, sino en la fuente interior que sustenta toda la creación. A partir de este centro divino, la vida se transforma: ya no hay lugar para el miedo, especialmente a la muerte, porque el ministerio del «YO SOY» es eterno, universal e inmutable, y promueve la vida en toda su plenitud.  

Este poder no se limita al plano espiritual, sino que se refleja en todas las dimensiones de la existencia. La salud, la fuerza, el sustento y la protección son manifestaciones directas del «YO SOY», y la salud perfecta fluye sin cesar, transformando el cuerpo y la mente, eliminando debilidades y limitaciones. Ya no hay escasez, porque la abundancia y la prosperidad son el resultado de conectar con este poder divino. El «YO SOY» irradia energía para mantener y prosperar toda la creación, sosteniendo a cada ser y manteniéndolo en equilibrio. 

Además, el «YO SOY» es la protección constante, la garantía de seguridad y paz que impregna todos los aspectos de la vida. El miedo y el sufrimiento se disipan gracias al poder transformador de esta presencia, y el universo se vuelve seguro bajo su influencia. Este poder eterno es el centro de todas las formas de curación, fuerza y elevación, irradiando a través del pensamiento, la palabra, la escritura y la acción. 

En la mente, el «YO SOY» se manifiesta como inteligencia universal, sustituyendo la limitada comprensión humana por la sabiduría divina e inmutable. El habla se convierte en la voz del universo, proclamando verdades que dan forma a la realidad, mientras que la escritura registra la gloria divina, eternizando sus manifestaciones. El canto, a su vez, es la expresión continua de la alegría y la unidad, transformando el universo en un canto de celebración constante.  

El «YO SOY» es también la fuente de la habilidad, la belleza y el juicio, haciendo que todas las acciones estén inmersas en la perfección divina. La competencia es una expresión natural de esta presencia, y la armonía y el orden del universo se revelan a través de un juicio justo e infalible. En el cielo, el «YO SOY» revela un nuevo reino celestial, transformando la realidad y trayendo paz, equilibrio y deleite a toda la creación.  

Este ministerio del «YO SOY» no es un concepto aislado, sino la esencia misma de todas las cosas. Él está en todo, asegurando que la capacidad, la belleza, la justicia y la celestialidad sean intrínsecas a cada ser y a cada forma de existencia. Su presencia es constante, eterna y transformadora, conduciendo toda la creación hacia la perfección divina.  

A.R.Ribeiro.  

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