El trabajo de un padrastro nunca es fácil, sobre todo cuando tienes que criar a tu hijastra solo tras la muerte de su madre, y más aún cuando la idílica relación que una vez tuviste con una niña querida se deteriora hasta convertirse en una pelea interminable con una arrogante jovencita de dieciocho años.
Sin embargo, el hecho de que tu hijastra sea ahora una mujer adulta también tiene algunas implicaciones positivas. Por ejemplo, el hecho de que cuando para provocarte empiece a caminar por la casa semidesnuda y a gastarte bromas cada vez más atrevidas, puedas responder con bromas aún más perversas.
Este cuento está incluido en la colección Cuentos eróticos tabú.