Ithris ha perdido amor y vida a la guerra con Terralt. Esa maldita tierra le quitado todo lo que le importaba, y él nunca ayudará ni tomará en cuenta cualquier cosa que haya nacido en esa horrible, detestable nación.
El prejuicio lo ciega cuando Er y Lorena tocan a su puerta para pedir su ayuda. Aunque su música podría salvar todo un pueblo, Ithris se rehusa a ayudar a un viajero Terraltano.
Sin embargo, podría ser que justamente las costumbre Terraltanas de Er son lo que le permiten a Ithris quitar su mano de sus ojos, y ver el error que está cometiendo...