Invitada por dos universidades de mujeres, en octubre de 1928, para hablar sobre las mujeres y la ficciÃŗn, Virginia Woolf preparÃŗ una verdadera clase magistral sobre desigualdad de gÊnero y de clase. La autora dialoga con libros que va sacando de la biblioteca, con la intenciÃŗn de encontrar allà cuÃĄl pudo haber sido la razÃŗn por la que las bibliotecas no cuentan con autoras mujeres sino hasta el siglo XVIII. Virginia cuestiona, interroga, acusa, concede a veces, y descubre, quizÃĄs hasta con algÃēn asombro, la verdad: si las mujeres no habÃan tenido un espacio dentro de la Historia, si las mujeres no habÃan tenido un lugar de igualdad en los espacios de educaciÃŗn formal y de formaciÃŗn y desarrollo artÃstico e intelectual, era porque siempre habÃan sido oprimidas por un mundo regido Ãntegramente por varones. Frente a este descubrimiento, muy significativo para un 1928 de entreguerras, cuestiona su propio lugar de privilegio y se pregunta: Âŋpor quÊ yo puedo escribir libremente?, Âŋpor quÊ puedo dedicarme a la escritura? Y se responde: porque cuento con 500 libras anuales y un cuarto propio.