Siglo XXX. Segunda Era Cristiana. Klen-Brokk tenÃa esa edad imprecisa en la que el joven, maduro adolescente, se transforma en hombre, se da cuenta de su propia virilidad, de su capacidad humana, de su ser, y empieza a comprender muchas cosas que antes aceptaba como juego. Era, desde el dÃa anterior, ayudante de arquitecto. Amaba y temÃa a su Dios. ConocÃa sus leyes, sus Mandatos; respetaba la jerarquÃa de Juok y acataba sus dictados, porque estaba educado en ello y sabÃa el gran poder que emanaba del jefe. TrabajarÃa en bien de la comunidad humana cuando hubiese transcurrido su Viaje. En esto emplearÃa ocho «tridos» o estaciones (equivalente a veinticuatro meses actuales), y luego empezarÃa su trabajo con los hombres-máquina, hijos predilectos de Juok. A Klen-Brokk le habrÃa gustado ser «máquina», haber nacido en Orbe, la gran mansión de Juok. Pero sabÃa que uno no puede elegir su destino. El Más Sabio eligió por él... ¡Y su designio era sagrado!
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