Grant estaba seguro de que un pozo petrolífero en Wyoming no era lugar para una señorita. Ni su cama el sitio apropiado para la virtuosa e inocente Caitlyn. Grant creía que un simple beso en los labios de su remilgada esposa le dejaría las cosas claras, pero no se paró a pensar que sus ideas estaban a punto de cambiar drásticamente...