Para lograr superar su adicción a Javier, Dulce pone en marcha un rocambolesco plan que la lleva a trabajar en el departamento de asistencia técnica de una enorme y maquiavélica corporación. Allí conocerá a tres informáticos bastante peculiares que harán su vida laboral más llevadera, y a una rubia oxigenada cuya obsesión es amargarle la vida. Pero sobre todo descubrirá a una nueva Dulce, más salvaje y agresiva, que no dejará indiferente a nadie.
Sabe que si su plan falla se cerrará la puerta de la felicidad junto a Javier y que, probablemente, no se atreverá a abrir ninguna otra tras la que haya un hombre. Pero no puede resistirse, ya que es prisionera de sus pasiones y el amor es la más dulce de las condenas.