YA hacía tiempo que las ciudades, las megápolis, se habían desplomado, sacudidas varias veces por los intensos movimientos telúricos; los océanos, convulsionados, inundaron los litorales, anegaron los agros; las montañas, desgajadas, se habían desplomado, hundiéndose en abismos inmensos. La Tierra, este mundo viejo y cansino en que vivimos, era un enorme y vasto cementerio. Las grandezas habían desaparecido. Incluso los odios. Pero el hombre, aferrado a su última tabla de salvación, convertido ya casi en un animal salvaje, continuaba viviendo. Su instinto le había llevado a defenderse, a ocultarse, a luchar contra la adversidad y contra aquella calamidad universal que le sumió en la desesperación y la angustia.
Khoa học viễn tưởng và giả tưởng