En “Inteligencia Social”, Daniel Goleman explora cómo nuestras relaciones afectan el cerebro, la salud y el bienestar. Propone que los seres humanos están biológicamente programados para conectar emocionalmente, y distingue entre dos vías cerebrales: una rápida e intuitiva (vía baja) y otra racional y consciente (vía alta). Introduce conceptos como el contagio emocional, la empatía, las neuronas espejo y la importancia del apego desde la infancia.
Goleman también distingue entre relaciones yo/tú, basadas en la conexión genuina, y relaciones yo/eso, más impersonales. Advierte sobre los riesgos del “triángulo oscuro” (narcisismo, psicopatía y maquiavelismo) y sobre la ceguera emocional que puede afectar a personas con traumas o condiciones del espectro autista. Destaca que la inteligencia social no es innata, sino moldeable por la experiencia y el entorno, gracias a la epigenética social.
El autor analiza cómo el amor, el liderazgo, la educación y la salud emocional se ven afectados por nuestras habilidades sociales. También critica el impacto negativo de la tecnología y la mecanización del sistema médico sobre la empatía. Finalmente, aboga por una sociedad más compasiva, donde la inteligencia social se cultive desde lo cultural, educativo y comunitario para mejorar nuestras vidas y vínculos.